lunes, 29 de octubre de 2018

Entre el deseo y la acción de la felicidad

Hoy en la mañana, tras cambiar mi foto de whatapp, recibí un mensaje de un familiar que decía: "mejor cambiá la foto te ves cansada". Inaudito pensé al principio, luego entré en cólera y me negué a cambiar la foto porque simplemente ... es mía. Yo la escogí. Luego a modo de venganza infantil puse la más hallowenesca que pude encontrar.  

Tomé café y pensé en algo que había leído el domingo sobre la obligación de ser feliz (o en mi caso feliz y descansada). Las redes sociales ejercen fuerte presión para alcanzarla. Siempre se habla de tratar de ser y estar feliz, de encontrar formas de conseguirlo, miles de artículos que dicen: Las personas  (... ) son más felices. Todos basado en deseos...


El deseo según el Tao, sólo deja ver la apariencia, como por ejemplo, desear una vida nacida de un estereotipo: un cuerpazo, mucho dinero, estatus etc... O peor desear que los demás sean o actúen de una manera agradable a nuestros ojos.  Lo razonable sería permitir que se desarrolle la vida, aceptar la acciones y el mundo de los demás...  Porque el deseo involucra la intención de tratar que se cumplan expectativas. Tratar de alcanzar la felicidad.


Hay una frase famosa que dice Yoda en Star Wars : "Hazlo o no lo hagas. Pero no existe el tratar."  Es decir, no es lo mismo tratar de hacer dieta, que hacerla y ver los resultados. Así pues, uno no debería tratar de alcanzar la felicidad. El tratar involucra el deseo y puesto que, en este caso, el deseo es  llegar a ser feliz, es fácil que fracasemos. Ya que determinar que es felicidad no se puede hacer con precisión.  

Según Imanuel Kant, el concepto de la felicidad es "indeterminado (...)  aun cuando todo hombre desea alcanzarla, nunca puede decir por modo fijo y acorde consigo mismo lo que propiamente quiere y desea." Así podemos inventar reglas de cómo vivir la idea de la felicidad,  podemos tener mil deseos apuntados a obtenerla, pero la única manera en la que podemos experimentarla es viviendo. Confiando y aceptando vivir nos permite tener la paz necesaria para sentirla cuando pasa.
   
Desear alcanzar el concepto de felicidad pueden pueden provocar estrés, ansiedad, ira, depresión, competitividad y lo peor es que nadie con plena certeza puede determinar que le hace verdaderamente feliz. No somos omniscientes. Somos personas cambiantes, con circunstancias imperfectas, con dilemas morales y bioquímicas complicadas. Hay que aceptarlo. Y reconocer que tenemos altibajos y eso no debería detenernos. Ni pretender ser perfectos.


Existe miedo a salirnos de lo se nos vende como felicidad. Esto genera perfiles falsos en redes sociales, presiones emocionales inimaginables, ese miedo también hace que no tomemos un curso o una decisión que queramos tomar, que nos neguemos a amar por miedo al fracaso, que tengamos miedo al que dirán... Cada factor de miedo nos puede inhabilitar la capacidad de percibir lo que nos podría hacernos feliz hoy. 

Por eso, es mejor confiar en nuestra sabiduría para tomar decisiones que nos lleven al bienestar. Sacarnos el cassette de la desinformación con respecto a estos temas. E intentar vivir lo mejor posible. Comer bien, hacer ejercicio, tener cortesía, ser agradecido, mostrar respeto hacia las circunstancias de los demás y las propias. 

Permitir y permitirnos vivir; todos tenemos días de todo tipo. Hay dejar que el mundo se revele sin fórmulas ni conceptos de como debería ser cada segundo, sin tratar de presionarnos o controlar a los demás. Retirando el peso de la cumplir expectativas de nuestro núcleo social se vive sin tanto desgaste, sufrimiento y sin necesidad de curas para infortunios o búsquedas de felicidad. 

Johanna Calderón 
@johacp

No hay comentarios:

Publicar un comentario